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Esta carta la recibí de un amigo y la transcribo tal cual, pues desde el dolor, también se dicen verdades.
Déjense de joder, los palomares siempre existieron y no está ahí el problema.
Lo que se modificó fue la sociedad.
Hoy somos un pueblo partido entre los que trabajamos y los que se rascan los huevos ,
entre los que roban y los que se cuidan,
entre los que ponen el hombro y los que se te trepan al lomo
entre los que garpamos impuestos y los que cobran beneficios por no hacer nada …..
Barrios humildes siempre hubieron , donde todos laburaban,
donde no había un chorro,
donde dejabas la bici tirada en la puerta y sabías que ahí la encontrabas.
Donde dejabas la plata en la puerta de tu casa para que se cobrara el lechero o el diariero.
Yo viví los 70″, en un país donde había pobres pero no pichis,
donde se pasaban angustias económicas pero no había planes sociales como el famoso mides
donde usabas la misma ropa pero la lavabas, donde la higiene era la norma y no la excepción,
donde había rebeldía pero no falta de respeto.
Viví en un país donde un negro era mi hermano, mi compañero de banco en la escuela , con el que jugaba a la bolita, trepaba a los árboles o salía de joda, sin que nadie me pidiera que lo considerara especialmente, sin que nadie hiciera una marcha de las motas porque el negro perdía un taxi.
Un país donde los gays eran gays, pero no andaban con carteles ni reclamaban impertinencias ni recibían subsidios y donde las madres no tenían hijos sólo para cobrar asignación.
Viví en un país donde la educación pública era un orgullo a la que todos teníamos acceso, un país que premiaba el esfuerzo, que nos daba oportunidades.
No me resigno a la mentira, a la intolerancia, a la envidia, a la miseria de espíritus resentidos.
No me resigno a los muertos, a la patota de los vagos que se arrogan la representación de los trabajadores, a una educación africana, a una salud miserable para los infelices, a los viejos engañados con espejos, que son los mismos viejos a los que se le niega medicación específica.
No me resigno a los idiotas con discursos de barricada, a los que trafican con la muerte, a los que teniendo el control de todo, pero nunca tienen la culpa de nada.
No me resigno a la estafa, a la venta de humo, a que me digan que un viejo con pezuñas es un ejemplo universal, a que me muestren a un par de asesinos como amantes incondicionales de la vida.
No me resigno a los necios, a los que dicen a quien quiera escuchar que NO es dictadura un país donde gobierna sin elecciones hace 56 años la misma dinastía,
a los que defienden terroristas islámicos,
a los que creen que las Farc luchan por algo que no sea el control del narcotráfico,
a los que ensalzan a un gordo pelotudo que habla con los pájaros sobre la reproducción de los penes.
No reconozco en éste al país del que me enamoré.
No reconozco a la gente que vivió la guerra y hoy aplaude a los sangrientos.
No reconozco a mi gente, desparramando hijos en los semáforos y no en las escuelas,
en las cárceles y no en los trabajos.
Ya no quiero a este país.
No quiero a la gente que lo hundió hasta hacerlo irreconocible en nombre de un progresismo que sólo trata de pérdida de valores.
No quiero y no me fumo más a los padres terrajas que prefirieron la moto china o las 60 cuotas del Chery QQ, a optar por la vida, la educación, la seguridad y la salud de sus hijos.
No quiero ni aguanto más a los que nos dividieron.
A los que se encargaron de enfrentar a los mediocres frustrados contra aquellos que trabajan.
A los que nos dicen que no usemos Nike si no queremos que nos roben, que cerremos las ventanas antes de salir, que no usemos celulares caros ,
a los que manejan los fantasmas de las mentes débiles, a los prestidigitadores de la miseria humana.
No quiero a los que prohíben el tabaco pero te dan marihuana,
ni a los que te dicen que la vida es sagrada pero legalizan el aborto,
ni a los que subsidian la cerveza, pero te suben la leche en una campaña contra el alcoholismo.
En mi barrio, el único ajuste de cuentas era a fin de mes y con la libreta del almacenero.
Porque en mi barrio se laburaba y no se cobraba el Mides.
Porque había códigos.
Porque todos pagaban la luz.
Porque vivir de garrón daba vergüenza.
Porque se ayudaba a las viejas a cruzar la calle y no se les arrastraba por el piso ni se les quebraba la cadera para sacarles un monedero con 20 pesos.
Porque si había que pelear se peleaba, pero de frente, mano a mano, a lo macho, sin cortes ni fierros ni matracas.
Porque en los barrios no era necesario que «entrara» la Policía, pero si tenía que entrar no era recibida a pedradas.
Porque aunque hubiera miseria, nunca nadie nos te decía que eras de «contexto crítico» y mucho menos que nos faltara afecto.
Por eso me duele este Uruguay.
Por eso me duele que te vayas , pero más me duele que te quedes.
Porque este país está quebrado, y atrás tuyo partirán mis hijos , y los de otros primos
Porque este país no es lo que nos dicen que es , pues como dicen ustedes, este país YA FUE …..!!!!